Cómo la Percepción de Seguridad de EE. UU. Parece Alinear Más con el Ciudadano Brasileño

Cómo la Percepción de Seguridad de EE. UU. Parece Alinear Más con el Ciudadano Brasileño. Las autoridades, especialmente las vinculadas al turismo, se apresuraron a rebatir, pintando un cuadro de un Brasil seguro y de un turismo en plena expansión. Sin embargo, en medio de esta disputa discursiva, surge una pregunta incómoda: la percepción del gobierno estadounidense sobre la violencia en Brasil parece, irónicamente, estar más en sintonía con la experiencia diaria del ciudadano común brasileño que con las narrativas de sus propios líderes políticos.

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6/3/20254 min leer

a group of colorful buildings
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Una Sincronía Inesperada: Cómo la Percepción de Seguridad de EE. UU. Parece Alinear Más con el Ciudadano Brasileño que con Sus Propios Políticos

Recientemente, la declaración del exalcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y el comunicado de la Embajada de Estados Unidos sobre los riesgos de seguridad en Brasil para los turistas generaron una ola de reacciones en el escenario político y diplomático brasileño. Las autoridades, especialmente las vinculadas al turismo, se apresuraron a rebatir, pintando un cuadro de un Brasil seguro y de un turismo en plena expansión. Sin embargo, en medio de esta disputa discursiva, surge una pregunta incómoda: la percepción del gobierno estadounidense sobre la violencia en Brasil parece, irónicamente, estar más en sintonía con la experiencia diaria del ciudadano común brasileño que con las narrativas de sus propios líderes políticos.

La Realidad de los Comunicados de EE. UU. vs. el Discurso Oficial Brasileño

El Departamento de Estado de EE. UU. tiene un protocolo claro para emitir alertas de viaje, basándose en análisis de inteligencia y datos sobre criminalidad, secuestros y otras amenazas. Cuando la Embajada de EE. UU. emite un comunicado aconsejando "mayor cautela en Brasil debido al crimen y secuestro", y especificando áreas de riesgo como favelas o zonas fronterizas, está, de cierta manera, reflejando una realidad que millones de brasileños enfrentan.

Esta realidad contrasta fuertemente con el discurso oficial de algunos políticos brasileños, que a menudo minimizan la gravedad de la violencia o se oponen a medidas que podrían ser más efectivas en el combate al crimen. No es raro escuchar defensas de leyes que, en la práctica, son percibidas por la población como demasiado indulgentes, o que no logran enfrentar de manera contundente al crimen organizado y la impunidad. La polarización política, lamentablemente, a menudo convierte la seguridad pública en un campo de batalla ideológico, donde la prioridad no es la eficacia, sino la adhesión a ciertas banderas.

La Sensación de Inseguridad en la Piel del Brasileño

Mientras Embratur defiende la imagen turística del país y los políticos debaten matices legislativos, la población brasileña siente en carne propia el peso de la criminalidad:

  • Miedo Cotidiano: Caminar por las calles, usar el transporte público, o incluso estar en casa, es frecuentemente acompañado de una sensación de alerta. El uso de celulares se convierte en un riesgo, y la elección de rutas y horarios está dictada por la seguridad percibida, no por la conveniencia.

  • Daños Materiales y Psicológicos: Ser víctima de un asalto es una experiencia traumática que va más allá del valor robado, dejando cicatrices psicológicas y desconfianza significativas. Los daños a vehículos causados por baches en las carreteras (un reflejo de la mala gestión de recursos que también deberían provenir de los impuestos) se suman a este escenario.

  • El Ascenso del Crimen Organizado: La declaración de De Blasio sobre la preocupación por clasificar a las facciones criminales brasileñas como terroristas, si bien con un enfoque geopolítico, toca una herida abierta en Brasil. El poder y la influencia del crimen organizado son una realidad innegable en muchas regiones, afectando la economía, la política local y la vida de la población. Leyes y políticas que no logran desmantelar estas estructuras o que permiten su proliferación son una fuente de profunda frustración.

  • El "Hambre Recaudatoria" sin Retorno: El brasileño paga impuestos altísimos sobre todo, incluidos vehículos y transacciones financieras, con la promesa de servicios públicos y seguridad. Cuando el gobierno se muestra "hambriento de recaudación" (como se discute en el artículo sobre el IOF y los impuestos vehiculares) pero las calles y carreteras permanecen llenas de baches y peligrosas, la confianza en el Estado se erosiona.

La Alineación Involuntaria

La paradoja es evidente: un gobierno extranjero, a través de sus comunicados, parece validar la experiencia vivida por la mayoría de los brasileños al encontrarse con la violencia urbana. Esta validación externa, aunque no intencional, resuena más fuerte que los intentos de algunos políticos nacionales de "maquillar" la realidad o defender políticas que no resultan eficaces en el combate al crimen.

La percepción de que ciertas leyes y posturas políticas "favorecen la violencia y el crimen organizado" no es infundada. Nace de la observación de altas tasas de reincidencia, de la dificultad para desmantelar grandes organizaciones criminales y de la sensación de impunidad que impregna el sistema. Cuando los políticos abogan por reformas que no resultan en una mejora tangible de la seguridad, la brecha entre la élite política y el ciudadano común se amplía.

La Urgencia de Conectar con la Realidad

Para que Brasil pueda, de hecho, proyectar una imagen de seguridad y prosperidad al mundo, es fundamental que sus líderes políticos estén en sintonía con la realidad experimentada por su propia población. Esto significa:

  • Políticas de Seguridad Eficaces: Desarrollar e implementar leyes y estrategias de seguridad pública que realmente combatan el crimen, el tráfico y la violencia, y no que parezcan proteger a los criminales.

  • Inversión en Infraestructura: Utilizar los impuestos recaudados para proporcionar la infraestructura básica (carreteras, iluminación, saneamiento) que también contribuye a la seguridad.

  • Transparencia y Responsabilidad: Ser transparente sobre los desafíos y las acciones, admitiendo las dificultades y mostrando resultados concretos.

La voz del ciudadano brasileño, que clama por seguridad, es la que debería guiar las políticas públicas. Si la percepción de un gobierno extranjero parece más precisa para el brasileño común, es una señal alarmante de que la desconexión entre la clase política y la base de la sociedad ha alcanzado un punto crítico, y que la verdadera "redención" no vendrá de palabras, sino de acciones que transformen la realidad cotidiana de inseguridad en una realidad de tranquilidad y protección.